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Sobre Rita Gasalla Regojo

Arquitecta y diseñadora, con más de veinte años de trayectoria creando y personalizando espacios laborales y residenciales, a través de los cuales ha evidenciado su compromiso con el bienestar de las personas. Estudió en la Escuela de Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, es BIM designer y cuenta con un posgrado en planeación urbana en la Escuela de Administración Pública de Galicia. Actualmente es CEO y socia de Galöw Arquitectura Saludable e Interiorismo, firma pionera en arquitectura saludable en España, enfocada en diseñar, construir y transformar espacios de oficinas y hoteles en los que el bienestar y la salud de las personas son la prioridad.

Rita es también mentora, businessangel a través de Wa4steam una comunidad internacional de mujeres inversoras que buscan expandir la presencia empresarial liderada por mujeres en los campos STEAM y co-presidenta de Ellevate Network en Madrid, una red global de mujeres profesionales comprometidas con darse apoyo mutuo a través de la formación, la inspiración y la cultura.

Sobre el Grupo de Trabajo APRI SALUD

En el sector de la salud se ha convertido en esencial la relación en las administraciones públicas y los grupos de interés, porque cuando hablamos de salud, no sólo hablamos de la sanidad sino también del bienestar físico, social y mental de los ciudadanos, la sostenibilidad del sistema público y el crecimiento y desarrollo de las empresas y organizaciones que velan por preservar la salud de los ciudadanos. Por todo ello, se hace cada día más esencial el desarrollo de un diálogo fluido, cercano y transparente entre los intereses públicos y los privados, de ahí la creciente importancia de la función de los profesionales de las relaciones institucionales en el sector de la salud como forma de garantizar la participación social y empresarial en las políticas públicas.

En España en el ámbito de la salud coexiste un complejo entramado de relaciones entre distintos agentes, como el Gobierno, Comunidades Autónomas, municipios, ciudadanos, los proveedores de servicios, etc.  Entre ellos se producen diferentes niveles de interacción en el que se precisa alinear intereses comunes con participación de todos los stakeholders. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones esos intereses comunes quedan diluidos por la falta de diálogo directo, eficaz y transparente.

De ahí surge la creación de APRI Salud, como grupo de profesionales de las relaciones institucionales cuyo objetivo es estrechar lazos entre los intereses públicos y privados en el ámbito de la salud, entendiendo como salud todo aquello que afecta al estado de bienestar o al equilibrio del ciudadano (alimentación, consumo, nutrición, políticas sociales, sanidad, deporte, investigación, etc.).

Borja de la Torre, experto en Relaciones Institucionales en Mapfre y socio de APRI

Hace unos días se conocía que Estados Unidos estaba recomprando, por 4 veces su valor original, pedidos de material sanitario que Francia había encargado a China, dejando así sin suministros de emergencia al país galo. Francia, a su vez, llevaba semanas reteniendo envíos de material sanitario con destino a España e Italia, sólo por el hecho de cruzar territorio francés. Mientras, en el seno de la Unión Europea, una parte de los Estados miembros, con Austria y Países Bajos a la cabeza, se oponían a emitir deuda europea conjunta para ayudar a los países más afectados a superar la crisis del Coronavirus, sin proponer alternativas. Por si fuera poco, instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización de Naciones Unidas (ONU) han demostrado una incapacidad notable para articular una respuesta conjunta y obligatoria de sus Estados miembros a lo que finalmente se ha declarado como Pandemia. Estos son los ingredientes de un cóctel explosivo, que puede hacer saltar por los aires cualquier contrato social entre Estados, entre sus ciudadanos y de los unos con los otros, ya se entienda esa relación de arriba hacia abajo o viceversa.

Precisamente este panorama me hace pensar que el profesional de las relaciones institucionales cobra, ahora más que nunca, una importancia crucial, no sólo por su conocimiento de los marcos regulatorios nacionales e internacionales, por su facilidad para tender puentes de entendimiento público-privado o para comunicar los mensajes adecuados en cada momento, sino por su capacidad de contribuir a través de su trabajo y su visión estratégica a anticipar las necesidades de un país, de una región, de una comunidad que va a tener que actuar con la misma celeridad con la que ha caído en la crisis sanitaria si no quiere que el resquebrajamiento del contrato social acabe convirtiéndose en una fractura irreparable.  

Esta crisis que nos deja el COVID19 va a obligar a cambiar los protocolos de acción en numerosos sectores, tanto públicos como privados, empezando por el Sanitario, lógicamente, que tendrá que repensar cómo organizar sus suministros, aprovisionamientos, gestión de personal, gasto presupuestario o coordinación público-privada, y siguiendo por el de la Seguridad, la Previsión social y económica, el e-Commerce o el tan cacareado Teletrabajo, por mencionar algunos de los más evidentes. Las relaciones institucionales tienen una oportunidad de oro para demostrar que esto no va de lobbies, que esto no se trata de hacer prevalecer los intereses de un sector, sino que se puede trabajar codo con codo, entre lo público y lo privado, de manera transversal entre distintos sectores, para que todos tengan una mejor cabida y un mayor encaje en el marco social en el que nos relacionamos a diario y que nuestras sociedades estén mejor preparadas para afrontar cualquier tipo de crisis futura, desde cualquier ámbito –local, autonómico, nacional, europeo e incluso a nivel global– y en cualquier sector.

Si la crisis del Coronavirus ha conseguido que SEAT se ponga a fabricar respiradores para pacientes con insuficiencias respiratorias, que INDITEX haya reorientado parte de su producción a la fabricación de batas y otro tipo de material textil sanitario, o que empresas de cosmética dejen de fabricar cremas y perfumes para producir geles desinfectantes, ¿por qué no se va a poder aprovechar esa capacidad de entendimiento transversal para reordenar y mejorar la forma en la que se relaciona lo público con lo privado y los sectores entre sí?

Solo si conseguimos que la sociedad perciba nuestro trabajo como un valor añadido a sus vidas –y no como una lucha continua de intereses particulares–, solo así conseguiremos que la profesión, entendida como un todo integral, se convierta en uno de los pegamentos sociales más importantes, cuya labor contribuya a mantener la cohesión y el equilibrio social necesarios para reforzar el contrato social y que la solidaridad institucional no se resquebraje, favoreciendo que las organizaciones salgan más reforzadas de esta crisis que tanto nos está enseñando.