El pasado 18 de noviembre en el marco de APRI Salud, grupo de trabajo de Salud de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales, se desarrolló una mesa de debate sobre “El futuro de la coordinación sociosanitaria: nuevos escenarios tras la pandemia” con la participación de José Augusto García Navarro, Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y Director General de Consorci Socio Sanitari de Catalunya; Jordi Barretina, Director del Instituto de investigación Germans Trias y Pujol; José Antonio Larraz, Director del Área Asistencial y Educativa de Hermanas Hospitalarias y Javier Martinez Peromingo, Director General de Coordinación Sociosanitaria de la Comunidad de Madrid, moderado Isabel Aizpún, directora de Comunicación & Influencia y socia de APRI.
Para los geriatras y gerontólogos y centros asistenciales la pandemia ha supuesto un reto de qué hacer de forma inmediata para cuidar a las personas mayores y también de cómo organizar el sistema sociosanitario para seguir manteniendo una adecuada atención y un envejecimiento saludable conviviendo con ésta u otras pandemias. Las estructuras de atención a la salud que están padeciendo más la crisis covid-19 son entre otros los centros sociosanitarios. En estas residencias se encuentra en un espacio reducido, una población de alto riesgo debido a la edad y polipatologías de los residentes. En el coloquio de APRI Salud, distintos expertos señalaron los nuevos escenarios para el futuro sociosanitario y los cambios planteados hace tiempo en el sector así como investigaciones médicas de vanguardia.
Según el Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y Director General de Consorci Socio Sanitari de Catalunya, Jose Augusto García Navarro, el modelo socio sanitario actual se encuentra en crisis ya que la pandemia ha afectado fundamentalmente a personas mayores, sobretodo aquellas con más dependencia. España encabeza el fallecimiento de personas mayores en residencias, lo que hace imperativo llevar a cabo una revisión de las políticas de atención en las residencias de mayores. Además, añadió que mientras en Estados Unidos las residencias presentan información de manera transparente, en España ni siquiera hay datos de la mortalidad durante la pandemia en residencias. En este sentido, resaltó los avances en otros países como Dinamarca, donde desde hace 20 años se invierte entre 6 y 5 veces más en atención domiciliaria que en residencias. Por el contrario en España, según José Augusto García Navarro , se ha hecho muy poco en este ámbito, donde se intenta que la teleasistencia sea universal y que se aumente el número de horas de atención en casa, pero los esfuerzos no son suficientes para desarrollar planes concretos.
Ahondando en el terreno de la investigación, el Director del Instituto de investigación Germans Trias y Pujol, Jordi Barrentina apuntó que España tiene una de las poblaciones más longevas del mundo, y se esperaba que en 2040 supere a Japón. En este contexto desde hace 4 años se inicio un estudio en Cataluña para entender el proceso de envejecimiento, “este estudio es un claro ejemplo de colaboración publico-privada en busca de los determinantes del envejecimiento saludable soluciones para abordar las posibles amenazas”.
El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología subrayó que el nuevo modelo de atención sanitaria debe tener como ejes centrales la promoción de la autonomía, la potenciación de la comunidad, los servicios domiciliarios, centros de día más terapéuticos e integrados con salud, más viviendas accesibles, saludables y con servicios y contar solo con las residencias imprescindibles. Para lograrlo, además, es importante la participación de los usuarios y la trasparencia. Para José Agusto García Navarro, “en la segunda ola se debería reforzar el número y capacitación de los profesionales en residencias y el soporte de servicios médicos en algunas comunidades autónomas considerando que hay una relación clarísima entre la expansión del Coronavirus y el ratio de personal de las residencias: a mayor número de enfermeras, la expansión es menor”. Además, abogó por la transparencia en cuanto a comunicación de planes de contingencia y recogida de datos.
Por otro lado, el Director del Área Asistencial y Educativa de Hermanas Hospitalarias, José Antonio Larraz, apuntó a que en los últimos años ha habido un crecimiento exponencial de asistencia en residencias y servicios de día, pero se ha prestado muy poca atención al ámbito domiciliario. “A partir de los 55 años se habla de que el 40% de la población padece una enfermedad crónica que necesita cuidados y a pesar de tener un buen sistema sanitario, nuestro modelo de servicios no ha evolucionados en relación con esta realidad y esto se evidencia sobretodo en los hospitales de agudos y en la atención primaria la cual se encuentra excesivamente burocratizada.“
Por otra parte, el Director General de Coordinación Sociosanitaria de la Comunidad de Madrid, Javier Martínez Peromingo, subrayó que las medidas restrictivas conducen a fracasos más graves que los que la propia pandemia puede producir. El nivel infeccioso sigue siendo igual al de la primera ola, pero la diferencia está en el conocimiento y preparación sobre la enfermedad. “El conocimiento de los niveles de inmunidad ha sido clave para poder mejorar la calidad de vida de los residentes y trabajadores de las residencias previniendo la transmisión cruzada”.
Todos coincidieron en señalar que es necesario sumar esfuerzos y abogar por la colaboración público privada. En muchos casos las administraciones publicas no escuchan a fondo las necesidades de la sociedad y de las asociaciones, por eso, foros como éste son un punto de partida para la construcción de ideas que luego deben ser trasmitidas al sector público como imperativo para reorganizar y reconstruir nuestra sociedad.
La coordinadora del Grupo de Trabajo APRI Salud cerró el coloquio señalando que “el coronavirus tiene dos caras, la cara A, la de los pacientes que padecen la infección y la cara B, la que se ha olvidado y son los efectos secundarios en las personas mayores, con enfermedades crónicas y empeoradas por el aislamiento social y la limitación de los servicios sociales. Las personas mayores han presentado rasgos de depresión y de ansiedad patrones que se agudizan en personas con demencia y en sus cuidadores. “