Como una fruta madura, la idea del Registro de Grupos de Interés o de lobistas está a punto de caer del árbol. Si no fuera por la legislatura prematuramente finalizada, podríamos hablar de que ayer el Pleno del Congreso de los Diputados, por unanimidad con 329 votos a favor y ninguna abstención, estaría aprobando una modificación de su Reglamento a propuesta del Grupo ParlamentarioDemocràcia i Llibertat, creando el primer Registro de Grupos de Interés en sede parlamentaria en España.
La proposición de Democracia y Llibertat, además, es técnicamente impecable. Solicita la creación de un Registro de obligatoria inscripción, como APRI lleva reclamando nueve años. Una medida valiente y decidida que no todos han parecido preparados para afrontar. Además de obligatorio, el registro propuesto es universal, es decir, todo aquel que accede a los diputados o diputadas con el objeto de influir, debe registrarse independientemente del interés que represente. Y, por último, iba acompañado de una serie de normas de conducta justas y equilibradas, cuya aplicación hubiera aportado mayor seguridad a la labor parlamentaria, y favorecido la participación de la sociedad civil de manera transparente.
La parte buena es que, tras escuchar los argumentos, no queda duda alguna de que la idea ha madurado y que en la próxima legislatura, finalmente, podrá caer del árbol.
María Rosa Rotondo
Presidenta de APRI