Carlos Parry, Head of Government Affairs de Astrazeneca España y socio de APRI
Gracias de nuevo a APRI por darme la oportunidad de poder compartir una breve reflexión con los compañeros que nos dedicamos, con pasión, a transformar las sociedades de las que formamos parte, a través de nuestro trabajo, como profesionales de las relaciones institucionales.
En los últimos meses, hemos tenido buenas noticias los profesionales de las relaciones institucionales en España con el inicio del proceso legislativo para regular nuestra actividad, por ser una pieza clave en el camino a seguir profesionalizando la actividad que desarrollamos.
Aunque el proceso legislativo no es la única vía para seguir avanzando, ya hemos dado grandes pasos, en los últimos años, con iniciativas tan importantes como la creación de APRI o la firma de todos sus socios del código de conducta que nos compromete con una forma de actuar transparente y ética.
Hasta aquí bien, pero aún nos queda mucho camino por recorrer y poder decir que hemos llegado donde queríamos llegar. En España seguimos estando a años luz, si lo comparamos con el reconocimiento y la regulación de los lobbies en Bruselas o Washington.
En nuestro país sigue predominando esa visión de que un buen profesional de las relaciones institucionales es aquel que tiene una super agenda de contactos, y todavía sigue habiendo muchas personas que así se venden. Pero en este sentido, me vais a permitir decir que, en mi modesta opinión, es un gran error que puede lastrar nuestra imagen y nuestra profesionalidad.
Es importante tener una buena agenda de contactos, por supuesto, pero no solo para un profesional de las relaciones institucionales, también lo es para un CEO, un DIRCOM o cualquier función estratégica de una empresa. Pero no solo podemos ser valorados por nuestra agenda, ya que eso nos limita a quién podemos llamar o ver para hacerle llegar nuestro propósito.
La clave está en la estrategia, en definir claramente el objetivo de nuestra labor en el que proyecto laboral en el que estamos inmersos. Es la base que determinará nuestra influencia y poder transformador. Porque sin una estrategia que nos permita definir a qué publico queremos dirigirnos, quienes van a ser nuestros aliados o simplemente, un buen mensaje, no vamos a lograr nunca ninguno de nuestros objetivos.
El mundo está en un proceso de transformación constante, los cambios incluso en el poder cada vez más frecuentes, y la agenda va perdiendo su valor. Estamos en el momento de la estrategia, ese es realmente nuestra contribución y valor.
Esta es una reflexión que quiero compartir con vosotros y quiero hacer en voz alta, porque en gran parte de la percepción que se tiene de nosotros solo la podremos cambiar con nuestro trabajo. Nosotros somos responsables de lo que vendemos como valor añadido.
Hace unos meses en este mismo foro publique otro artículo en el que explicaba el valor añadido que aportábamos a nuestras empresas, es necesario más que nunca que seamos conscientes de que con nuestro trabajo y nuestro buen hacer podemos ayudar a nuestras empresas, pero también podemos ayudar a profesionalizar nuestra labor.
Y esta profesionalización debería ser parte de nuestro propósito diario para que además de valorar nuestra experiencia o nuestra capacidad de relacionamiento, seamos valorados por nuestra visión estratégica.
Sin visión estratégica no hay éxito.