Carlos Parry Lafont, Government Affairs Head y Director Fundación Astrazeneca
Para todo hay que tener un plan, el éxito no llega porque sí. Llega porque existe un camino definido, una hoja de ruta a seguir.
Hace pocos días, se ha estrenado en los cines la película que explica el éxito de la carrera de las Williams, Serena y Venus. No llegaron donde llegaron solo por su talento, llegaron porque su controvertido padre siempre tuvo un plan y logró que sus hijas tuvieran éxito aplicando las estrategias y los valores sobre los que se asentaba. Un plan basado en el sacrificio y la disciplina, pero también en el cuidado de la felicidad de sus hijas. Dicho plan, sin duda, triunfó.
No solo ellas lo tienen, Fernando Alonso también suele ser noticia por su plan, que le hace seguir siendo uno de los pilotos más competitivos de la Fórmula 1 a sus 40 años. O el que seguramente será uno de los mejores deportistas españoles de la historia, Rafa Nadal, ha tenido una trayectoria diseñada desde pequeño por su tío y entrenador Toni Nadal. Una trayectoria basada en el sacrificio y la dura disciplina que hace sacar lo mejor del deportista en los momentos más complicados, demostrando esa resiliencia y capacidad de sufrimiento tan característica de él.
Estos son ejemplos claros de la necesidad de tener un estrategia para tener éxito y quiero aprovechar estos ejemplos para hablar de la necesidad de tener un plan en Public Affairs. Anteriormente, he escrito sobre la importancia de la estrategia, de la metodología, de los principios o incluso de los valores a seguir para poder ejercer nuestro trabajo como profesionales de las relaciones institucionales con profesionalidad y garantía de éxito. Sin embargo, al final todo esto debe estar incluido en una hoja de ruta. El éxito sin planificación no existe, las casualidades no suelen llevar al éxito: pueden darnos a veces alguna satisfacción puntual, pero nunca el éxito global.
Tener un plan estratégico, que siga una metodología, basado en valores y en principios es el camino del éxito para todo en la vida, también para nuestro trabajo como lobistas.
Es difícil poder influir en algo solo tirando de contactos o de ocurrencias si no hay diseño de un propósito claro.
Los miembros de APRi tenemos un plan con propósito claro: profesionalizar nuestro trabajo, demostrar nuestra capacidad de influir en positivo para transformar y mejorar la sociedad en la que vivimos, así como erradicar las malas praxis y el intrusismo en nuestra profesión. Por ello, abogamos por una regulación de nuestra profesión que establezca unas reglas de juego y fomenten la transparencia y certidumbre.
¿Y tú? ¿Tienes un plan?